el misterio del palacio de linares

el misterio del palacio de linares

 

Existe una Leyenda del famoso “Palacio de Linares”, que relata sobre la existencia de un fantasma que habita la construcción: "Raymunda"… Era una joven, fruto de una relación extramarital del Marques de Linares, con una de sus empleadas la cual murió de trágicamente. Esta leyenda ha captado la atención de una gran cantidad de investigadores, que acuden a la Plaza de las Cibeles, en Madrid, que es donde se encuentra el Palacio, hoy convertido en la “Casa de América”.
En 1990, un investigador logro captar una psicofonia por demás escalofriante… La voz de una mujer o niña que dice…
“Mama, Mama, no tengo Mama”
Un par de años después y en otra investigación realizada por otro investigador, en la mismísima mansión del “Palacio de Linares”, se logro captar esta espeluznante psicofonia…
“Mi hija Raymunda… nunca, nunca oí decir Mama”
Según cuenta la leyenda, el marqués José de Murga y Reolid Michelena y Gómez, nacido en Madrid, el 13 de febrero de 1833, se había casado sin saberlo con su propia hermana, Raimunda Osorio y Ortega. Raimunda era hija de una cigarrera hacia la que había sentido una especial atracción el padre del Marqués, un riquísimo financiero de la época que amasó una inmensa fortuna en Cuba.
El padre del Marqués, un hombre de talante liberal, había inculcado a su hijo, un sentido práctico de la vida. Al parecer, el rechazo que el acaudalado industrial, Mateo de Murga Michelena, sentía por las bodas de conveniencia, tantas veces celebradas para mantener y engrandecer, las grandes fortunas de la época, propició que el joven José de Murga, conociera a la que sería su esposa, en un ambiente poco cercano, a los más propios de su condición social. Así fue como el que fuera primer Marqués de Linares, entablaría relaciones con Raimunda, la hija de una cigarrera que trabajaba en la fábrica de Tabacos de Madrid.
Cuando el padre del protagonista de esta turbulenta historia, supo de las relaciones sentimentales que su hijo mantenía, con la mujer que era fruto de los tempuosos amores que mantuvo hacia 1830 con la cigarrera, envió repentinamente a su heredero a estudiar a Londres, con el propósito de que el joven Murga, olvidara aquel amor que sin saberlo, se encarnaba en la persona de su propia hermana.
Al cabo de un tiempo, José de Murga regresó de Londres y llevó a cabo su firme propósito de contraer matrimonio con su enamorada Raimunda. Ya había fallecido su padre y el matrimonio se celebró, sin que los cónyuges supieran su relación de parentesco. Se dice que José de Murga, además de noble, senador del Reino por la provincia de Segovia y poseedor de una inmensa fortuna heredada de su padre y hermanos, encontró una carta que su padre en vida, no llegó a enviarle, en la que relataba la incestuosa relación de consanguinidad con su esposa. Pero ya era tarde, anteriormente, y fruto del amor que se profesaban, concibieron una niña, a la que la ilustre familia decidió apartar de su entorno para salvaguardar el buen nombre de la casa. Entonces, la madre de la pequeña, Raimunda Osorio, aceptaría llena de amargura, que su propia hija fuera llevada a un hospicio de Madrid y le puso el nombre supuesto de María Rosales. En el testamento José de Murga y su esposa, declararon no tener hijos ni probabilidad de tenerlos, en lo sucesivo fallecen.
En mayo de 1990, diferentes medios informativos, difundían por todo el país, las presuntas psicofonías que afirmaba haber conseguido registrar en el edificio, Carmen Sánchez de Castro, quien se presentaba como doctora, psicóloga o psiquiatra. Estas fueron algunas de las psicofonías que obtuvo:
"¡Mamá, mamá!...¡Nunca oí decir mamá!". "¡Yo también estoy aquí!". "Mi hija Raimunda, nunca oyó decir mamá". "¡Asesinos, asesinos!".